Los Estados Unidos y la Federación Rusa son, con una diferencia abismal, los principales poseedores mundiales de armas de destrucción masiva. En estos pavorosos arsenales se cuenta un arma de la que casi todos hemos oído hablar, pero que siempre ha estado envuelta en un halo de secreto absoluto y misterio apocalíptico: los misiles balísticos intercontinentales provistos con cabezas termonucleares, más conocidos por sus iniciales en inglés ICBM (o SLBM para los que se despliegan a bordo de submarinos).
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