Se estima que en sus 3.700 hectáreas conviven cerca de un millón de árboles, especialmente hayas y robles, entre puentes de madera, restos de pequeños crómlech y dólmenes, mojones, vestigios de antiguos hornos mineros y de ferrerías, miradores naturales y una extensa red de senderos. Ubicado geográficamente en Nafarroa –Goizueta–, este espacio protegido pertenece al Ayuntamiento de Donostia, que lo compró en 1919 para «controlar» el abastecimiento de agua de la ciudad tras una epidemia de tifus.
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