Bajo el cristal opaco de una cierta idealización no exenta de admiración y cierta envidia, hoy solemos pensar en unas termas romanas de la Antigüedad como hermosos lugares plagados de lujos, mármoles brillantes de cien colores, piscinas cristalinas... sin embargo-como decía Tiberio Claudio Segundo en la lápida que le dedicó su compañera Mérope-si “los baños hacen que tengamos una buena vida” a un mismo tiempo “arruinan nuestros cuerpos”. ¿La causa? No eran tan higiénicas como por lo general pensamos.
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