Un hombre de 60 años estaba haciendo bricolaje en el baño de su casa, en la localidad de Mattaincourt, al este de Francia. La mala suerte se cebó con él y un tropezón produjo que introdujera accidentalmente su cabeza entre dos escalones. Como su cabeza se comenzó a hinchar por falta de riego sanguíneo, la tarea de sacarla de su encierro comenzó a complicarse. Nadie oía sus gritos y era incapaz de moverse hacia el lugar donde tenía el teléfono móvil. Así estuvo durante cinco días.
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