Si en la redacción de EL PAIS hubiera un par de copas envenenadas o una serpiente escondida en un cesto, la historia se parecería muy mucho a las intrigas romanas de césares y emperadores. Y es que desde que Cebrián ha decidido derribar por demolición a Zapatero, no hay día que no disparen un misil a la linea de flotación de un Gobierno asfixiado, terminal y contra las cuerdas.
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