Intentar hacer negocios en Senegal, así como en gran parte de África, es una odisea. Es excepcionalmente difícil conseguir hacer cualquier cosa. Por ejemplo, puede costar meses conseguir tener electricidad en funcionamiento, a no ser que des “regalos” a la gente adecuada. Debido a esta burocracia sin sentido y a la regulación excesiva, la inmensa mayoría de africanos trabajan en la economía informal. Por eso no pueden conseguir préstamos bancarios, seguros, ni protección legal para cualquiera de sus actividades.
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