A sus 99 años, viuda, con una escueta pensión y sin hijos, Adela está sola en el mundo. No quiere dejar su casa. "Ha llegado a ponerse de rodillas en nuestra puerta suplicando que no la abandonemos", cuenta el vecino con impotencia. Podría no ser necesario si los Servicios Sociales no se limitaran a cambiar las cerraduras de las puertas y atendieran a lo que hay tras ellas.
|
etiquetas: anciana , chueca , servicios sociales