Aparentemente, Trump ha llegado a la misma conclusión que otros presidentes antes que él, de Richard Nixon a George W. Bush, pasando por Bill Clinton: que un ataque militar contra Corea del Norte provocaría tal devastación en países aliados que, en la práctica, no es una opción real. Y Pyongyang lo sabe. Por eso, una de las amenazas favoritas del régimen de Kim Jong-un es “convertir Seúl en un mar de fuego”.
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