“La constitución de 1845 prohibía la previa censura, pero los ministros de la gobernación y los fiscales de imprenta se daban tales trazas, que por doquier surgían censores. Y había el lápiz rojo, el lápiz amarillo, el lápiz verde, el lápiz negro. Escribir en un periódico en aquel tiempo era como hacer uno de esos cuadros impresionistas de ahora, en los que lanza el pintor su paleta, mancha con esta paleta su lienzo, y luego ve uno allí todo lo que quiere ver, menos pintura ¡Pues señores, no podíamos escribir; sencillamente no podíamos escribir