Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito? – preguntó el principito.
- Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre mis cazadores, por…