Sometidos en estas fechas por grado o por fuerza, a la socialización con gente a la que no te acercarias si solo de tu gusto dependiera, allí donde tengas que abrir las orejas y escuchar lo que se habla, las conversaciones que circulan, te lloverán en cascada un variada selección de bulos o medias verdades, cada uno con su sabor, unos bulos empiñonados contra los politicos europeos, otros garrapiñados de negacionismo climático, u hojaldrados de resentimiento antifeminista. Mi ultimo caso: estuve en un bautizo y el cura (un tipo muy afable por lo demás) soltó en el discurso a los presentes un bulo de un medio de ultraderecha. Concretamente acusó, entre chorrito de agua bendita y agitación de hisopo a la presidenta de la Comisión Europea ursula Von der Leyen de solicitar a los europeos que no felicitemos la Navidad, sino que nos limitaramos a mencionar las "fiestas".
Luego , en la comida, otro familiar manifestó su alarma ante ataques de lobos a pocos kilometros de Madrid, y "la desgracia" que supone que el gobierno español es el unico que defiende la maxima protección del animal.
"Este gobierno, como es así..." con esa sonrisa que busca la complicidad de los presentes.
Y no es lo mismo la lucha contra los bulos en una red social anonima que entre familiares y amigos que por otra parte y a pesar del envenenamiento que padecen, puedes apreciar. La cuestión es peliaguda ¿te enfrentas y agrias el encuentro, o aguantas y desvias la conversación? Nadie nos ha pedido una aclaración que estropee el ambiente, pero podemos alegar que nosotros no empezamos el intercambio en ese terreno incómodo. ¿Combatimos o contemporizamos? ¿esquivamos o afrontamos?
Se acercan fechas en las que esta situación se va a reproducir una y otra vez, en miles de cenas, comidas y copas. Y va a ser desagradable, en ocasiones.
El problema de los bulos ahora es que están tan extendidos entre la mayoria de la población que muchos los acepta como la realidad. Su realidad. Pero esa realidad no es la mía , ni debe serlo porque las consecuencias las veremos, y no serán bonitas. Ni para mí, ni para mis familares comebulos.