No pocos representantes de la ciencia y de la filosofía, influidos por una estrecha interpretación de las ideas de Darwin, afirmaron que en el mundo sólo rige la ley de la lucha por la existencia y apoyaron el amoralismo filosófico. Sintiendo la falsedad de tales concepciones, Kropotkin se dispuso a probar, desde un punto de vista científico, que la naturaleza no es amoral y que, al contrario, la moral es un producto natural de la evolución de la vida social no sólo en el hombre sino en otros animales que ya constituyen relaciones morales.