"Tengo 31 años y hace un año que soy trabajadora sexual. Cuando tomé la decisión no fue fácil, pues sabía el dolor que podía causar a mis más allegados. Aún sabiendo esto, comencé a trabajar. Hice una campaña publicitaria dando a conocer mis servicios en diferentes periódicos y comencé a recibir llamadas de hombres y de alguna mujer interesada en contratarme. Jamás fue una experiencia traumática ni de humillación hacia mi persona."
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