Me enfurece es que hay gente que cree que si vivimos en una precariedad tan larga que ya se llama vida es porque no nos esforzamos lo suficiente. Que esto nos lo hemos buscado por vagas, inconstantes e idiotas. Lo que de verdad me cabrea es que esta situación –que ya no es laboral sino vital- me quitara entre otras cosas, miles de otras cosas, la posibilidad de ser madre. Lo que de verdad me mata es que los años más productivos de mi vida me los estoy pasando aterrorizada. Terror de la cuenta bancaria, del recibo de la luz y a la nevera vacía.
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