“Soy un ex periodista de La Vanguardia. El diario que he dejado es silencioso, con personas con horarios y sueldos fijos, en el que nadie viaja. El ideal antiguo de que desde las empresas se puede modificar el mundo… se ha perdido, no hay debate en las redacciones. Hemos querido hacer periodismo, ir a los sitios, explicar las cosas, privilegiar la información… pero la empresa nos ha ahogado, nos ha convertido en funcionarios".
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