El cuerpo de la mujer, ese santuario que tantas veces ha sido profanado, violentado y masacrado por los medios de comunicación, no es el único en sufrir el enorme peso de la cosificación que propone el mercado. Los hombres tampoco bailan contentos bajo la lluvia del marketing. ¿Que no es lo mismo? ¡Les apuesto a que sí!
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