Sin lugar a dudas, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, junto a toda su troupe de carroñeros, son ejemplares en vías de extinción. Deberían por ello quedar protegidos por una ley que favoreciera la creación de reservas y espacios confinados en los que, libres de la influencia exterior, estos gyps pudieran dedicarse a la vida contemplativa, dejando así de inmiscuirse en los asuntos privados de la gente, de predicar la muerte, de extorsionar, prevaricar, insultar a la inteligencia, robar, mentir, mendigar y pretender jodernos a...
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