Hubo un tiempo en el que la entrega voluntaria a las autoridades británicas de Julian Assange habría puesto fin a la crisis creada por la difusión de decenas de miles de secretos de estado. Pero en el mundo de información transnacional desarrollado por WikiLeaks, en el que miles de activistas alrededor del mundo pueden ser reclutados para defender y extender su trabajo, el arresto de Assange es una victoria, no una derrota, para su organización.
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