En plena tormenta hipotecaria descargando sobre la economía estadounidense, las tiendas de Manhattan se han rendido a los pies de los turistas europeos que, enriquecidos por la soberanía del euro sobre el dólar, aprovechan el momento para arrasar los escaparates de la Quinta Avenida a precio de saldo. Comprar se ha convertido en su deporte favorito, pues al recibir aproximadamente tres dólares por cada dos euros, se han soltado la melena y no tienen miedo alguno de escurrir al máximo sus tarjetas de crédito a este lado del Atlántico.
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