"La compañía se ha saltado el paso imprescindible de mandar a cinco personas de una extracción social más baja al fondo del océano para asegurarse de que no diese problemas a los pudientes", ha declarado Otto Scofield, miembro de la Sociedad Tecnológica Oceanográfica, añadiendo que nadie con 50.000 dólares de renta o más debería haber embarcado. "No usaron a trabajadores que cobren el salario mínimo y desempleados."
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