Al fascismo hay que plantarle cara, en todas partes. No podemos permitir que la ultraderecha más rancia y violenta campe a sus anchas y obtenga más poder en las instituciones. Votar a los fascistas o a los partidos que pactan con ellos es una regresión que solo destrozará más la vida a millones de personas y mejorará la de una élite a la que, seguramente, no perteneces.
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