Franco murió hace 42 años, pero sigue la pesada losa de los privilegios y prebendas de la Iglesia Católica. El PSOE cuando pudo no quiso, o más bien no se atrevió en su permanente temor a molestar a los llamados poderes fácticos, y la Iglesia es sin duda uno de ellos. Y ahora con el PP, tengo la firme sensación de que vivimos impotentes una imparable involución de nuestros derechos y libertades, entre ellas la aconfesionalidad de nuestro estado. Volveremos al nacional catolicismo. Si les dejamos.
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