En países emergentes la idea de que todo trabajador pague “ganancias” tiene implícita la lógica de que "el pobre ayude al indigente". Gravar la renta de todos los asalariados no es la respuesta para mejorar la distrubición del ingreso. Perón hablaba del fifty-fifty, aludiendo a que la mitad del ingreso de la economía es de los trabajadores, mientras que la otra mitad es de los capitalistas. La realidad: el 50% del ingreso se reparte entre el 80% de la población y el otro 50% del PBI se lo queda el 20% de la sociedad.
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