Unos ejemplos del absurdo de la vivisección: La digitalina -extraída de una planta- fue declarada tóxica en 1911, porque a los perros en los que se probó les subía peligrosamente la tensión arterial, tardando diez años en aplicarse en las enfermedades cardíacas. Una dosis de belladona suficiente para matar una persona es inofensiva para los conejos y las cabras. El arsénico -el veneno favorito de los asesinos de antaño- pueden consumirlo las ovejas en grandes cantidades sin sufrir ningún daño.
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