Ayer fui a Sol. Llegué a las 23:30 aproximadamente, y estuve algo más de una hora. Iba en traje, por cierto, y nadie me pegó, ni era el único. En esencia, me gustó lo que vi: gente cansada y convencida de que se puede hacer algo, de que merecemos algo mejor. Me gustó el espíritu general que envuelve el movimiento: no somos de unos, ni de otros, ni vamos contra unos, ni contra otros... somos gente que quiere un cambio. Y, joder, cómo no empatizar con ese espíritu cuando necesitamos un cambio como el comer.
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