En 2006, una mujer china de la metrópolis de Chongqing al suroeste fue secuestrada por un grupo de hombres que la ataron y llevaron a un hospital militar. Allí, estuvo cerca de convertirse en una víctima de sustracción forzada de órganos. Cuando un médico llegó a la habitación y le pidió su consentimiento para “donar voluntariamente sus órganos”, ella supo que quería su vida.
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