«Era demasiado pequeña. Si quería jugar al comecocos, me tenía que dejar hacer algo por él... Sólo recuerdo que siempre me lo hacía por detrás y casi siempre con la boca tapada. Creo que utilizaba algo. Me hacía daño. Yo trataba de defenderme con las piernas, le arañaba, pero me inmovilizaba y no podía hacer nada».
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