¡Estoy más aburrido que una ostra! Esta coloquial expresión la utilizamos para despreciar un estado muy especial de ánimo relacionado, básicamente, con el tedio y el hartazgo que genera la inactividad. Sin embargo, no responde a la realidad biológica de esos bivalvos. De hecho, y muy en contra de lo que su tranquila apariencia indica, las ostras esconden un pasado aventurero de lo más sorprendente.
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