Lo mataron en el Estadio Chile, que hoy lleva su nombre, de 44 balazos después de ser torturado durante días. Sus verdugos le destrozaron la cara y las manos: “Ahora te quiero ver tocar esas canciones tan lindas, hijo de puta”, le dijeron. La dictadura no consiguió, sin embargo, acallar su voz. Canciones como “El derecho de vivir en paz”, “A desalambrar”, “El arado”, “El cigarrito” o “Plegaria a un labrador”, convertidas en himnos, se siguen escuchando a través de gargantas nuevas tanto en Chile (...)
|
etiquetas: víctor jara