Creo que con el título se dice todo. El impresentable vicealmirante Sáinz-Rozas se queja de no haber ascendido a almirante porque, fijaos qué crueles, desde el Ministerio de Defensa se preocuparon más por las familias de las víctimas que por los militares que estaban en sus sillones fumando puros, y acusa a viudas y huérfanos de truncar su carrera. Según han dicho, en la carta se despide de las familias con un cínico "hasta nunca". En fin...
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