Cabe pensar que Veronica Lake —sin las efusiones que evoca el capitán, o acaso sí, pues la imaginación provee de dulces ensueños con largueza— también fue la última imagen de la vida que se llevaron muchos de los caídos en la Segunda Guerra Mundial. Al menos esta actriz encantadora, a la que acababan odiando cuantos conocían personalmente, fue una de las pin-ups favoritas de las tropas estadounidenses en aquel conflicto.
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