La diferencia entre un show televisivo de cocina como y la realidad es que casi nunca muestran la cara amarga, que es la más común. El caso de un hombre que se queda sin casa, al que su familia le da la espalda y acaba viviendo en un restaurante en quiebra devorado por la deudas. No es que haya arrastrado ya su negocio, sino su propia vida personal. La verdadera pesadilla.
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