Robin Williams estaba al borde de la bancarrota. Durante meses, apenás hablaba de otra sino de sus problemas económicos. No tenía la opción de retirarse a una vida sencilla: cada mes y durante el resto de su vida estaba obligado a pagar casi dos millones de dolares en concepto de pensión a sus dos ex-esposas. A sus 63 años, ya fuera del cine mainstream y tras la cancelación del show de TV donde trabajaba, su única perspectiva pasaba por aceptar todo tipo de papeles en cualquier película de bajo presupuesto para pagar esas pensiones.
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