Los habladores crónicos palabrean con tal convicción que, en pocos minutos, uno depone armas y sabe que cualquier tentativa será inútil. ¿A qué viene tanta furia?, se preguntará alguien. ¿Por qué no dejar de quedar con esas personas y ya? Sencillamente, porque muchas veces no se puede. Son compañeros de trabajo, vecinos de rellano, peluqueros a los que te une un compromiso familiar de generaciones, tu primo… Por otro lado, saben tejer sus relaciones. Tras años de fundir fusibles, de ver huir sin mirar atrás a amigos en ciernes, aprenden...
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