Cuatro furgonetas del clan de los Vargas, los presuntos asesinos del pastor evangélico acribillado a tiros el 13 de marzo en Madrid, han ardido en las últimas semanas, la última el pasado martes. Nadie en el madrileño barrio de Valdebernardo quiere hablar del asunto, pero todos lo relacionan de forma directa con el crimen del pastor. El mensaje está claro: la familia de los presuntos asesinos debe abandonar el barrio, tal y como mandan los cánones entre familias de etnia gitana.
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