Yo era uno de tantos españoles que no tenía ni remota idea de la historia de Venezuela. Pero gracias a la prensa española y, especialmente, a El País y El Mundo, mi burricie empieza a desvanecerse. Cierto es que sobre el resto del continente sigo sin tener ni puta idea pero, ¡ah! ¡Sobre Venezuela! Sobre Venezuela me estoy convirtiendo en una autoridad. ¿Y quién no? Hasta el más tonto escribiría una tesis. En la tasca más humilde, los cuatro que juegan al dominó podrían impartir en cualquier parte del mundo una cátedra de estudios venezolanos.
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