Debieron volver años más tarde, sonrientes, recibidos con pompa por el gobierno y familiares, entre algarabía, con título en mano y un futuro promisorio. Pero sucedió lo contrario. Les adelantaron el retorno, los bajaron del avión literalmente con las manos vacías, algunos entre lágrimas, cabizbajos, silenciosos, con futuro incierto y los sueños rotos.
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