Según reza la sentencia el ya sentenciado aprovechó durante varios sábados seguidos los momentos en que, estando la menor en un parque cercano y teniendo la necesidad de orinar, “se apartaba hacia lugares más discretos para tocarle la vagina y masajearle sus partes íntimas, llegando a mostrarle el pene erecto y solicitándole a la pequeña que lo tocara”.
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