"Tienes cinco minutos para cambiarte". Retumbó en mis oídos mientras pensaba dónde me había metido. Ni siquiera sabía dónde dormiría esa noche. A mi mente llegaron todos esos rumores que había leído en internet sobre las condiciones infernales en las que trabajaban los becarios de ese lugar. "Después hablamos sobre el piso", me dijo Germán al ver mi cara de desconcierto, asombro e incertidumbre.
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