Nacho Loriente ve con impotencia cómo el cuerpo de su madre continúa en el tanatorio de Sancho de Ávila, en Barcelona, tres semanas después de su muerte. No tiene dinero para pagar el entierro, y el Ayuntamiento le ha denegado hacerse cargo de todos los gastos --los llamados entierros de beneficencia-- porque los ingresos de la mujer superaban por 3.000 euros el umbral que marca el decreto de esa ayuda. Solo pueden acogerse los difuntos que en el último año han cobrado menos de 11.000 euros.
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