Los que tenemos una cierta edad (los de 40, no se vayan a pensar), esbozamos una sonrisa cuando imaginamos a Alfredo Landa en sus tiempos mozos, bañador ajustado y pelo en pecho, persiguiendo por la playa a las extranjeras al grito de “¡Qué vienen las suecas!”. Esa España lejana (o no tanto, han pasado solo 30 años), se diferencia de la nuestra en que el español medio (y no hablo de la talla, aunque también, 1’60 en aquella época) no conocía lo que había más allá de Pirineos.
|
etiquetas: científicos , suecas , emigración