Los obreros «vinieron el primer día, pasaron unos tres días picando, lo que les dio tiempo, desaparecieron dos meses, volvieron otros dos o tres días y se esfumaron dos meses nuevamente». José Antonio Roza apunta que el plazo firmado para la finalización de la instalación del ascensor era de siete meses a partir del comienzo de las obras, plazo que en la tercera visita de los operarios de la empresa ya había expirado.
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