El conocimiento de los idiomas, y la soltura para hablarlos, resulta fundamental para aspirar a cotas más altas en el ámbito profesional. Es un valor añadido y, a menudo, un requisito indispensable para el desempeño de un trabajo. Paradójicamente, los políticos, que tanto insisten en este asunto, no predican con el ejemplo. Las lenguas extranjeras, sobre todo el inglés, son su talón de Aquiles, con las consecuencias negativas que conlleva.
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