Desde la nueva Universidad de Austin presumieron de que, tras el anuncio de su nacimiento, unos 3.000 profesores de todo el país les mandaron el currículum y otros tantos miles de alumnos se interesaron por la inscripción. Casi dos años después de aquello, no tienen alumnos, no tienen profesores y, encima, el Departamento de Educación Superior del Estado de Texas les prohibió emplear la palabra universidad
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