“Es una incógnita, es un desaparecido. No tiene entidad, no está”. El dictador argentino Jorge Rafael Videla respondió así a un periodista que en 1979 le preguntó sobre “el problema de los desaparecidos”. La dictadura estaba implementando un plan sistemático para desaparecer personas y las denuncias llegaban desde dentro y fuera del país. “Ni muerto ni vivo, está desaparecido”, zanjó el militar. Al menos 5.000 de esas víctimas del régimen estuvieron secuestradas en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), un centro clandestino central en el
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