Estaba visitando la sala dedicada a la prehistoria en el Museo de Navarra y su directora me hizo una señal para que me fijara en algo, en una vitrina en la que lo único que yo había distinguido sin mucho interés eran varios fragmentos de huesos humanos, entre ellos una mandíbula. Las personas que saben nos enseñan a ver lo que tenemos delante de los ojos. La mandíbula, el fragmento de cráneo, el fémur humano, tenían algo en común: puntas incrustadas de flechas. Al cabo de los milenios esas puntas agudas y filosas habían acabado adquiriendo...
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