La monarquía española está muerta. Aún no lo sabe, pero lo está. Como diría el mismísimo rey Juan Carlos, la monarquía tiene la semilla del pino sembrada en el estómago. Es lo que tiene la democracia… Los ciudadanos se acostumbran a ser libres, a votar, a elegir a sus representantes y, los muy antisistema, ya no quieren otra cosa. Por si fuera poco, esos ciudadanos adquieren la mala costumbre de decir lo que piensan. El protocolo, ese conjunto de humillantes reglas establecido unilateralmente, ha dejado de impresionar al pueblo llano.
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