Nuestra Constitución –como todas las democráticas- consagra que la soberanía reside en el pueblo. Los políticos son nuestros representantes. No podemos permitirnos mantener esta nómina. Tenemos que hacer una reducción de plantilla –a todas luces está sobredimensionada para empezar-. Sin duda, ajustar los emolumentos de quienes decidamos mantener. Restringir sus gastos. Facilitar su despido. Congelar sus pensiones –en muchos casos asignadas de por vida-.(..)Elegir a los mejores y más preparados como manda la democracia desde los griegos.
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