Existen pocas leyendas más extrañas en la mitología del rock que la de Syd Barret, el geniecillo arty que marcó los comienzos de Pink Floyd y que terminó con el cerebro hecho pulpa por un psique frágil combinada con el abuso de drogas. Las historias sobre él son infinitas, por ejemplo que una vez se fue a dar una vuelta en coche al atardecer en Cambridge y que terminó en Ibiza. O que a veces se plantaba en casa de Richard Wright, teclista de los Floyd, y se pasaba horas sentado sin hablar. O que sus sugerencias llegaron a ser muy delirantes.
|
etiquetas: syd barret , pink floyd