Descerebrados están imitando a periodistas desde hace años. Son gente con enfermedades sin diagnosticar. Sus titulares y opiniones maquilladas como noticias nada tienen que ver con información o independencia en el criterio. Son asociaciones rebuscadas capaces de sugerir que existen vínculos entre Heidi y Al Qaeda. Son simples escupitajos desde la agonía del quiosco que ya ni salpicaban. Pero ahora con Tuiter sus directores han encontrado un filón y se acercan para darles luz a sus zurullos secos para intentar que vuelvan a brillar.
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